Velociraptors que lo visitaron

domingo, 9 de agosto de 2015

En las mejores primaveras


Me gusta lo que el futuro me enseña,
aunque supongo que sólo lo veo yo.
Me encanta cuando me ignoras,
porque no llego a escuchar el "adiós".
Le pido a la Tierra comprensión,
pero el cielo se niega a perder la calma.
¿Cómo podría disfrutar el Sol?
Si dentro el granizo hace arder el alma.
No puedo sincerarme siquiera conmigo,
porque no es el momento.
Tampoco aceptar los regalos de la vida,
por esa horrible sensación de que miento.
En el mar de tu incomprensión,
tiburones de tinta se ahogan.
Mas no existen mejores paisajes
que el del lazo de mi soga.
Ante mis ojos ha muerto una estrella.
Vi después renacer a la Luna.
Mientras, un tímido faro se esconde
tras varios kilómetros de bruma.
Las olas derriban el mástil,
el frío entumece mis manos.
Navego sin rumbo en la inmensidad,
pero ni siquiera nos miramos.
Un naufragio llevó a mi subconsciente
más allá de donde viajan sus mentes
y enloquecí.
Al despertar entre bilis templada,
hasta la farola que me abrazaba
se descojonó de mí.
En lo más profundo de mi bosque desolado,
un contenedor, de orines infectado,
le hizo los coros a mi réquiem.
En cuanto al árbol que resiste
a la tormenta que lo desviste,
será mi apoyo cuando tropiece.
De la hoja a la botella rota
que, en las noches, aprisiona
a la Luna en su mar más amargo.
Desemboca la sal deshecha y dulce
de lágrimas tragadas que ahogan y seducen
a un corazón hundido, jamás derrotado.
Ya disponible mi condena,
y todos podéis verla,
en las mejores primaveras.