Velociraptors que lo visitaron

sábado, 7 de enero de 2023

Sé que la culpa es mía

 

Se ríe el mirlo de mis vertiginosas llagas,
entre los polvorientos estambres
de viejas rosas y consejos de cristal.
Mientras, las crueles zarzaleras separan
tu mirada de lucero inagotable
de mis ojeras de ceniza y humedal,
que no abarcan los cántaros del tiempo a solas.
Ojalá no traiga el presente esta vez
ni un solo pedacito de lo que pudo ser,
y se lo guarde y lo pudra una ola que no rompa.
Que le rompa sólo a él.
Le escribo a tu amargo rencor,
pero también al mío.
Le escribo a tu sordo calor
y a mis dulces baúles llenos de frío.
Del frío de esta lenguaraz soledad,
que cabalga mi felicidad desbocada.
Loca...
Completamente loca por sonreír sin motivo,
sin igual,
mientras carga a horcajadas su roca,
en silencio...
Como en silencio madrugan mis ganas de verte,
y se van por la ventana,
mientras yo aún no me he dormido.
Es el precio...
Un precio digno que pago gustoso siempre
por traer a mi mente tu sugerente cama,
para tentar al olvido
a no olvidarte.
Pero amortajado mi recuerdo, en ti yace.
Rebosa de querer mi corazón
y de desamparo mi camino.
Y, aunque mi mente volviera a la razón,
sin otro amor no tiene sentido.
No es suficiente Dios.
Nunca lo fue, no es nada en realidad.
Es una semilla que se pudre en mi interior.
Vana fe en estéril sobriedad.
La inmensidad es baldía cuando añoras otros ojos.