Velociraptors que lo visitaron

martes, 29 de marzo de 2022

No quiero salvarme

 


No me interesa realmente
salvar mi cuerpo o mi mente.
Aún no he perdido mi alma.
No gastes saliva conmigo,
que soy muy feliz como vivo.
Ya pagaré lo que haga falta.
Aconséjame sin lecciones,
mejor desde la experiencia.
No me eduques por tus galones.
Deja brotar mi conciencia.
Que ya me caeré si debo
todas las veces que hagan falta,
y volveré a levantarme de nuevo,
aún cuando lo nuevo sea nada
y tú ya no lo veas...

jueves, 24 de marzo de 2022

También yo

 

No creo que el cuerpo humano sea más sagrado
que el barro que me limpio de las botas.
O que la vida humana valga más que la de una cucaracha.
O que la espiga tenga nada que envidiar a la rosa.
No creo que el aire sea más venerable que el humo.
No creo que el dolor haga a los hombres infelices.
No creo que la droga envidie al ejercicio,
porque también yo soy incorregible.
No creo que la salud implique sabiduría.
No creo que mis pecados los limpie la sangre de otro.
No creo que la muerte sea más dulce que la vida.
No creo que mis virtudes le importen al cosmos.
No creo que el miedo venza al amor.
No creo que sea posible hacer siempre lo correcto.
No creo que nadie tenga las respuestas,
porque también yo soy imperfecto.

Luz

 

La tímida luz del Sol se esconde,
algunas ocasiones, tras las nubes.
Incluso en Luna Nueva, en la noche,
la luz de las estrellas nos esculpe.
La claridad que ahuyenta a las tinieblas
está en lo profundo de cada ser.
En toda vida sin importar qué,
y un simple soplo de aire me eleva.
Y veo la luz que brota del mundo, y la que lo baña.
Me pasmo con las abejas trabajadoras,
que son una obra de arte entregada,
tanto o más que la araña tejedora.
Abro la ventana de un hogar de madera y adobe,
con sólidos y quejumbrosos cimientos.
Y veo la belleza en mi calle, tan noble,
de piedra milenaria y poderoso cemento.
Y creo que una hormiga es milagro suficiente
como para demostrar la existencia de Dios.
Y alzo la vista al cielo imponente,
y no veo un final que susurre "adiós".
Admiro la zarza y el ramaje,
así como el suelo bajo mis pies.
Que los propios jardines del edén
envidian a los bosques salvajes.
Y tengo claro que cualquier máquina
se avergonzaría de ser lo que es
ante una célula solitaria
de mi querido y humano ser.
Así vuelvo a la senda iluminada
por el calor de mi corazón.
Que sólo abandonó mi arte atormentada
por los delirios de la razón.
Oda a la vida, himno al amor,
al poder de un espíritu honroso y a cada niño interior.
Vivan los corazones que ríen y disfrutan sin miedo.
Confío en que pronto vuelvas a llorar de felicidad y sin complejos.
Y esa vaca que pasta superando a cualquier estatua.
Y esa sonrisa inmortal que enamora a cualquier alma.
Por esos ojos esculpidos por el mismo creador,
nací un día y aquí sigo, bendito por mi visión.
Ojalá no se apaguen nunca...



Conciencia y moral

 

La moral viene de fuera y la conciencia de dentro.
Moral es que yo te diga a ti lo que es moralmente correcto.
La conciencia es la capacidad que todos tenemos
de discernir lo que es malo y lo que es bueno.
Eliminando la moral se genera la conciencia.
Eliminando el miedo se elimina la moral.
Generando amor se logran estas grandes metas,
y un corazón amoroso se vuelve inmortal.

Ven, ven

 

Ven, ven, ángel de amor.
Tú que no eres más que un bebé con alas.
Te voy a enseñar que no te quiero para mí por las malas,
tal como por las malas me llenaste de dolor.
Que quieren saber de tu sabor los animales.
Descuartizaré tu cuerpo y se lo echaré a los chacales,
y tus huesos para los perros,
y tu corazón a los lobos, que también tienen derecho.
Tus entrañas las dejaré pudrirse y alimentarán a los buitres.
Y tus alas forradas de alpiste para los jilgueros,
para que vuelvan a volar con ellos.
No dispararás más flechas jugando al despiste.
Pero quiero que sepas que un día te amé,
aunque ahora me consume esta soledad desbocada.
Que es culpa mía la pena de mi alma
y qué tan tristes son mis ojos como para ver.
Duele horrores el perfume de otro tiempo,
mas aún duele más el cuento de hoy.
Que sin tu abrazo, soy guion sin argumento,
aunque por un campo de cerezos en flor voy.
Puede que un día seas verdugo arrepentido,
pero mi sudor negro no confía en tus suspiros.
Para tu diversión fue mi sufrimiento
y tus ojos serán para los cuervos.

Negra etapa

 

Estoy en una etapa negra como escritor,
en que baño el cuaderno en ceniza y estiércol,
por no poder jurar que Dios existe a un futuro incierto,
pero no podría tener más luz en mi interior.
Oigo llorar a la Luna y aúllo porque el Sol quema.
Me arrojo a los residuos amoratados de mi sensatez,
por mi bien crucificado por si volara otra vez,
y sólo las ataduras son un buen emblema.
Castigado el poema a emitir muecas de dolor,
cansado de todo el amor que fluye por mis venas.
Recorrí la cuerda floja y hoy el vacío es mi calor,
acostumbrado a pensar que la locura es pasajera.
Tal vez también hayas estado drogado planteándote el suicidio,
saturado de realidad como si de nada valiera el vicio.
Si no estoy flipando y realmente me entiendes,
escapemos juntos a otro plano donde la amargura no nos encuentre.
Quisiera amarte, pero me rajé las arterias para escribir esto,
y ahora me falta sangre para complacer esos deseos ebrios.
Estoy cansado de todo menos de la vida.
Apagaría el fuego de tu carne si no fuera esclavo de la ceniza.
Tienes que saber que ya me perdí por esas praderas celestiales
donde se colocan los ángeles y acaban cortándose con cristales.
A ese cielo lo llaman erróneamente el paraíso,
mientras este terrenal existe y tratan de destruirlo.
Tuve un amigo que cedió a las presiones de su enfermedad
y fue a guardarme un sitio en el infierno demasiado pronto.
Es más seria de lo que parece la salud mental,
que te destruye por dentro y no deja más que despojos.
Caminaré descalzo por la vereda de las tinieblas,
yo que soy hijo del bien tanto como del mal.
Y un bastardo cura decapitado en mi funeral,
ofrecerá la única sangre que no existe a sus ovejas.
Amo las cadenas que me atan a este mundo sombrío,
porque sin ellas jamás te habría conocido.
Estoy tan agradecido que, aún clavándome las espinas de las rosas,
podría jurar mirando tus ojos que la vida es hermosa.
Quiero tirar la toalla y ahí estás tú...
Tú que osas animarme y sacarme una sonrisa.
Tú que me escuchas atentamente y sientes mi brisa.
Estas cuatro paredes son mi cruz.
A ti te escribo porque das luz a mi alma.
A ti que nunca tienes suficientes pedazos de mí,
pero que te sobra para ser feliz con saber de mi existir.
Que das rienda suelta a tu corazón y al mío traes calma.
No sé si lo sabes, pero te quiero...
Te quiero de una forma que resulta hasta obscena,
y sólo quiero tu alegría aunque sea mi condena.
Y quiero que sepas que, por ti, vivo y muero.
Y ya sean las veces que hagan falta,
que mi pecho de hojalata llora cuando fumo,
por si llego a faltarte el día menos oportuno,
a cuenta de esta vida y este vicio que me matan.
Que le jodan al más allá, me habré divertido.
Habré prometido surcar diez mil leguas de viaje contigo,
mientras mis pulmones negros pintan al final del túnel
una línea de meta triste para el último que la cruce.
Pero podemos sonreír, porque esto no es el final.
Derretiremos cada glaciar sin más luz que la de la Luna,
le gritaremos a Peter Pan que somos adultos sin que lo asuma,
saltaremos y volaremos al paso del huracán.
Viajaremos tras el horizonte y aterrizaremos
allí donde nuestros cuerpos puedan amarse,
allí donde podamos vivir sin disfraces,
allí donde nuestros hijos sean eternos.
Hasta la muerte... Hasta la muerte si hace falta
juraré encontrarte mientras no lo haga, dulce amada,
que algún día cambiará mi suerte.
Más que soñarte quisiera abrazarte fuerte.
No te enamores de mi poesía, porque no sé qué haría,
matar a Cupido si un día dejo de escribir.
La dictadura del arte muerde y resulta fría.
Necesito más que sólo a Dios para seguir.

domingo, 6 de marzo de 2022

Es tiempo de los muertos

 

Es tiempo de los muertos,
de las rimbombantes hazañas de los que han caído,
de ríos pintados de desierto
y sangre en las mejillas sonrosadas de los niños.

Es tiempo de amurallar
con gran pesar la infancia y la vejez,
para que no puedan pasar
la estupidez militar y la sexualidad atroz que amé.

Es tiempo de los muertos,
de baños en cólera y viruela virtuosa
sobre dragones modernos
y textos antiguos de piel de rosa.

Es tiempo de alegrías obscenas,
de pisar cabezas de hojalata,
de romper las sólidas cadenas
que nos aferran a esta vida ingrata.

Es tiempo de los muertos,
de ver lágrimas de ayer en tiempos nuevos,
de confundir misiles con ovnis cruzando el cielo,
de amar, como si eso fuera amar, en secreto.

Es tiempo de los sueños que se cumplen
y de las pesadillas que nos rodean,
de dejarse llevar por la incertidumbre,
de contemplar la maravilla de cerca.

Es tiempo de los muertos,
de salir agonizando de la dicha y repararse,
de caer por el justo y levantarse de nuevo,
de lavarse uno mismo la picha y los ideales.

Es tiempo de víboras con piel de carnero,
de creer en el polvo, la ceniza y el barro,
de apagar con orina el fuego, como un juego,
de bebernos las estrellas en un epitafio.

De soportar el amor y los corazones abiertos...
Es tiempo de los muertos.

viernes, 4 de marzo de 2022

Sortilegio maldito

 

El puto tabaco me corroe
y me engancha como tus ojos,
que cerraron sus párpados una vez
formando mi calabozo.
Allí donde mora la escarcha
de la sangre de mis venas,
que ya no se deshiela al paso del alcohol
o de lujurias pasajeras.
El cenicero se llena poco a poco
con la porquería que el alma no puede sujetar.
Que me sirve para llegar en las cloacas hasta el fondo,
huyendo de las calles que me logran asquear.
Mi inocencia se perdió en la mudanza de la mente,
cuando mis huellas se fueron para no volver.
Y yo intenté seguirlas, pero el horizonte valiente
se afiló las alas y me trató de coger.
Mi insomnio le recuerda al corazón
que late al ritmo de tu voz.
Mientras dejo grabado en el humo,
sobre un techo sordo, que existe Dios.
Las paredes de mi cuarto me devoran cada noche
sin conseguir los lefazos que la olanzapina se tragó,
como la más zorra, siempre sin reproches
por aquella María que al abismo me lanzó.
Pero yo sí les reprocho, a ella y al psiquiatra,
que me prohibieron rezar a la virgen de la locura
para limpiar mis pecados de diablo cosmonauta,
y ahora sí que se me pone dura.
Se me escapa la orina de cuerdo que estoy,
como se me escapa el romance entre las manos.
Y, como mi amor sólo pesa unos gramos,
estoy seguro de que al infierno voy.
En una copa rota me bebo el veneno
que el sumiller colocó en el vino de mi vida
en forma de Xeplion, triste tributo, tan serio,
como para olvidar que alguna vez fue digna.
Me da igual trabajar si no duermo
cuando debo dormir. Y escribo y leo poesía,
jurándote a ti un beso, amada mía,
trágico y amargo como mis sueños.
Sin la salud que merezco, nado en la abundancia
de cómicas penurias y desgarradoras sonrisas
formadas en la estela de una gota libertaria
que cava su fosa en un mar de hipocresía.
Luchando en el frente los jabatos,
que defienden a los suyos de los males necesarios,
que pueblan este mundo de luces y tinieblas,
creando paces, combatiendo contra guerras.
Temible dios pagano que se entrona en el centro
del cosmos entero, engullendo y gimiendo.
Sortilegio maldito que se cree omnisciente
por haberle robado a Poseidón su tridente.
Tonto y tuerto, baboso y acabado,
cuyos instrumentos tocan los esclavos
para llamarle y seguirle como borregos.
Borrachos y lastimeros, podridos de ego.
Es tiempo de que caigan como hojas secas,
y llegue el invierno después del otoño,
para dar paso a la hermosa primavera,
y se ensucien en el barro sus retoños.
Que yo les ofreceré de beber mi sangre,
como si de agua clara se tratara.
Y daré después a los buitres de comer mi carne,
cuando la muerte procure que de mí no quede nada.

El burdel de las mentes abiertas


Observando las grietas de mi techo
en la noche oscura que me mece,
arrojo a la basura los deshechos
de pensamientos turbios y sandeces.
Y una gallina de piedra es ídolo
de alguna religión inconformista.
Y un grito desesperado resulta frívolo
para la conciencia que perdí de vista.
En medio del océano, muero de sed,
rodeado de agua que no puedo beber.
Me juro a mí mismo por penúltima vez
el fango que no volveré a remover.
Y callo en pecado prohibidos pasados,
cuyo sendero no caminaré más.
Que en bastantes naufragios se ha hundido mi barco,
como para volver a fallar.
Y ganar ese infierno que no es para el hombre,
y cagarme en Dios encima.
Por no arrepentirme de mi mal nombre
y culpar a mi entorno, que me contamina.
Me cuida el amigo que, en mis manos, murió;
pero el amor se me escapa entre los dedos.
Mi corazón cada vez pesa menos.
Qué difícil es ser yo...
Vendo caricias intangibles a personas sin rostro,
para alejarlas lentamente de la futilidad.
Y con ello, las espinas de este pez se clavan en el folio
que traje para regalarte lo que pueda dibujar.
Tengo amigos que son alas
con las que iría hasta el infierno.
Tengo familia que es roca,
y ante pesadas locuras, firme suelo.
Y doy gracias por todos ellos.
Humildemente, pues a muchos perdí.
Cuerdo o enloquecido, vagando entre sueños.
No sé qué haría si no estuvieran ahí.
¿Y qué si no lo hago tan bien?
Tampoco es que pretenda ser mítico.
Miles de reproches se me clavan en la sien.
Al fin y al cabo, siempre fui mi peor crítico.
Tengo visiones hermosísimas del mundo que me rodea,
pero soy mucho más feliz si desahogo mis mierdas.
Además, brilla más un alma negra
cuando agoniza en el burdel de las mentes abiertas.


Oda a la muerte

 

A un techo en blanco, a un árbol...
A cualquiera que se sienta identificado,
estos humildes versos van dedicados,
escondidos tras la mortaja de tus besos helados.
Oda a la muerte, himno a Satán
y un cigarrillo por los que no están.
Por los que siguen faltando día a día.
Por los que arrebató la vida su alegría.
Que aquí seguimos nosotros, sufriendo en silencio,
cuando en medio de la noche nos asaltan sus recuerdos.
Casi alegres, porque ellos ya pasaron
las tragedias terrenales de los vivos.
Por plantar cara al olvido, ya nos olvidaron.
Por la luz del otro lado los seguimos.
Iremos cantando si nos es posible,
como cantamos atrás en el camino.
Pues la vida es tan hermosa como triste
para los que profundizan en su abismo.
Este poema está dedicado
a las almas que la guerra arrebató,
tanto como la enfermedad trajo descanso,
y el hambre que un día el hombre pasó.
El cantar funesto del pasado nos alcanza,
danzando distraído frente al futuro incierto,
donde los reyes más corruptos se alzan
para sentarse en los tronos más sangrientos.
Sobre pilas de cadáveres se extiende su linaje,
maldito por los siglos pasados y venideros.
Fermentando la Luna, borrando el Sol del paisaje,
allí donde sólo se escucha el graznido de los cuervos.
Allí nos veremos, bajo un metro de tierra implacable,
resguardándonos de los hombres para siempre.
Y borrar nuestras sombras en un suspiro inenarrable,
bajo una losa, mi amor, nuestros cuerpos inertes.

Hasta quedarme inconsciente

 

El fuego ardió, como arde la vida,
y el romance murió en lujurioso delirio
para acabar con un beso, amada mía.
Pero agua pasada no mueve molino.
Al final sí que recuerdo hacerte el amor locamente y correrme.
Extraño la locura de echar de menos tu calor.
Porque, pese a la resaca del día siguiente,
la tristeza con tres hielos sabía mejor.
Es cierto que dejé el porno y, desde ese momento,
mi mayor fantasía es volverme a enamorar.
Independientemente de quién sea, fiel a mi argumento
de jamás volver a degenerar.
Y tener unos ojos a los que mirar para siempre.
Y formar una familia, o dar una a quien la necesite.
Y olvidarme de la vida y el calvario del demente.
Pero no valgo para esforzarme hasta el desquite.
Por no acabar vomitando, haciéndome daño, evitando a la gente...
Porque el mundo y yo compartimos lo bueno y lo malo,
pero lo malo es tan malo
que, a veces, añoro beber hasta quedarme inconsciente.