Velociraptors que lo visitaron

domingo, 16 de abril de 2023

No te atrevas

 


No te atrevas a decir que el ser humano merece la extinción.
Mi madre es un ser humano, no te atrevas.
Y créeme que hay muchas más como ella.
No me convencen tus falacias ni tu prisma cabrón.
Y, si realmente lo crees, hazle el favor al mundo de extinguirte.
Ya sé que dicen que a palabras necias, oídos sordos,
pero no le suena tan necio a mi instinto mentiroso
después de ver y oír lo que a mi alrededor existe.
A mí también me han hecho daño, pero sobreviví.
Aprendí de mis errores y perdí con las mismas.
También teme mis manos el suelo que piso.
Pero conozco a los míos y me conozco a mí,
y te aseguro que las cosas no son como tú las pintas.
De verdad parece que no os conozcáis a vosotros mismos.
Y os pintáis de miedo aprovechando esa suerte,
y cuando se obliga al amor, el odio se vuelve grato,
y un final nefasto se cuela en el desayuno.
Puede que alguno merezca algo peor que la muerte,
pero esos ni siquiera son seres humanos.
Son ratas, y solamente son algunos.
La historia rebosa sangre, las rejas son invisibles.
Sin culpables que señalar, sólo miraos al espejo.
Tampoco se puede decir que hayamos sido libres,
porque ello conlleva una responsabilidad que puede dar miedo.
Recuerdo mi paso por forestales, en Salamanca,
cuando aquel profesor nos mandó tantísimos deberes
y a mí me dio por levantar la mano, inocente,
por parecerme exagerado y que no me aportaba nada.
Propuse elegir yo de qué hacerle los trabajos,
siempre y cuando fueran acordes a su asignatura.
El maestro me dijo que sí muy entusiasmado
y se lo sugirió al resto sin mano dura.
Mi curiosidad e iniciativa le dejaron patidifuso.
Los demás corearon un grandioso no rotundo.
Tal propuesta les pareció una insensatez.
Así lo hice y, si me reclamaba algún trabajo,
yo le respondía tranquilamente que estaba investigando
y sólo dos cositas al final le entregué.
Las recuerdo perfectamente...
Y me aprobó. Al final me salí con la mía,
todo gracias a la nueva responsabilidad que sólo yo asumía,
Aunque no hubiera salido bien sin los demás alumnos,
que el año anterior me habían metido en el grupo,
y yo ahora andaba saltándome clases.
En conclusión, dependemos los unos de los otros.
Sé que habrá esperanza mientras brillen nuestros ojos,
y eso que a veces nos ponen difícil el hecho de amar,
pero no te atrevas a ver la esperanza en mi final.

martes, 4 de abril de 2023

He vuelto a caer


He vuelto a caer. Me he vuelto a fallar,
y os he mentido y sólo me engañé a mí mismo.
Como si mil verdades ocultaran una falsedad.
Como si vencer a la yerba fuera bastente camino.
No fui listo ni valiente en tantas ocasiones.
Treinta y cinco grados ha girado mi vida esta noche.
No soy firme ni coherente ni me sobran cojones
y Dios me libre de la tos cigarrera en el coche.
Como dijo Panero, "escribir en España
no es escribir, es beber", y yo me lo aplico.
Tiendo a tragarme la rabia, que el buen guerrero no se enfada,
aunque mi mente ceda mientras yo por dentro chillo.
Otra noche de insomnio, otra vez ganas de morir.
No dejo entrar al odio al fondo de mi abismo,
no vaya a ser que se vuelva placer. ¡Qué ganas de reír!
Cuántas veces pensé y sentí esto mismo.
Y de repente ya no hay rabia ni odio.
Se desvanecen tras la ilusión de luchar.
Basta con no echar de comer a ese oscuro lobo,
que sus banquetes jamás me dejó disfrutar en paz.
Cometeré muchos errores de paso que estoy vivo.
Repetiré muchos de ellos, con suerte.
Aprenderé a mi ritmo, me mostraré agradecido
para que sólo duela la impotencia de no verte.
Y es que no hay para mí juez más cruel que mi persona,
ni castigo más duro que tener mi propia sombra.
Porque soy un gilipollas y lo veo claro.
Triste consuelo es un mal de muchos descarado.
Qué desquiciado está el mundo y farda de cordura.
Cuántos se largan, que es lo fácil, sin prestarte ayuda.
Pasaron de mi corazón cuando mi mente pedía socorro.
Me mandaron a la mierda a mí, pero no dejaron los porros.
Fue esa puta basura que fuman la que me hizo la ruina.
Quisieron hacerme el amor sin entender lo que eso significa.
No juzgaré a quien tenga las pupilas dilatadas,
pero ya empieza a repugnarme la maldita marihuana.
Me bebí, como un poeta, mis peores pesadillas.
Cambié todo lo que era por esas terribles pastillas.
He vivido el horror de perderme a mí mismo.
He visto lo que valían tantos que eran amigos.
No hay nada como hundirse y ver el delirio de cerca,
para eliminar la morralla y valorar a los que se quedan.
No es fácil reconstruirse, algunos se fueron en el proceso.
Me hicieron un favor. Por San Judas, los prefiero lejos.
Pues cada fallo me aporta y resta ofensa,
y mi debilidad de ayer ahora es fortaleza.
Crezco inevitablemente con cada tropiezo,
desatando nudos de esa soga en mi pescuezo.
Aunque a veces siento que es el cuento de nunca acabar,
que brotan lamentos y mi aliento huele a alquitrán.
Quemaré mi cementerio de amistades muertas
para que no resuciten, pero el humo lo vean,
y les advierta que aquí sigo aunque me cueste la vida.
Que sólo necesito refugiarme en mi piel otro día.