Puede que te hiciera daño alguna vez.
Recuerda también lo que el mundo me hizo,
en aquellas circunstancias, siendo sólo un niño,
que ni en casa me libraba de la injusticia cruel.
Y mejor no hablar de los profesores que tuve,
porque mis compañeros eran sólo unos críos.
Igual que yo, Señor. No me permitas que dude
ante el atropello y la soberbia de esos malditos.
Cómo con el hijo de una de ellos quedó claro
el resultado de sus métodos educativos,
cuando salió con mi hermana y no quise matarlo
porque en el fondo le entendía, pese a mí mismo.
Pero, con todo, no justifica mis malos actos
el sufrimiento que en mis carnes haya padecido.
Porque una mente atormentada no le teme al engaño,
y veo hermosa la vida hasta cuando me desquicio.
Una semana en la ciudad, en la puta calle,
me bastó para entender que aquello es un desierto
lleno de ratas, cucarachas y chacales.
Que, por más que me lo juren, no vi nada bello.
Trapicheé para salir de gramos bajo cero.
Robé y mentí porque poco se aprende de lo bueno.
Caí mil veces y volví de nuevo a levantarme,
perdoné a la vida por no llegar a matarme.
Le grité al alcohol que me amara mientras ella se marchaba,
y el precio fueron sus temas ahogándome con la almohada.
Qué pronto me marcharé a trabajar lejos.
Que cerca estoy de preguntarme "¿por qué no me odia el espejo?"
Cada calada de tabaco me acerca más al absurdo
de morir joven y sin ella, pero mi insomnio es suyo.
Cuando enloquece el corazón, no valen psiquiatras,
pero a las mariposas de mi estómago las devoran ratas.
Con el alma raída y los sueños en desuso,
sigo confiando en el amor y rechazando el abuso.
Me llamaron iluso por creer en la utopía,
quienes creen en los farsantes que les pisan cada día.
Sería fácil acabar quemando mansiones
con escorpiones en las venas y cara de póker.
Pero ese no es mi estilo, aunque quisiera decirles
a esos ricos que su dinero igual mañana no sirve.
Tragicómica es la existencia que persigo,
que pareció ficción al lado de la historia más turbia,
cuando amenacé a mi madre con un jodido cuchillo,
completamente enfermo por la marihuana puta.
Muchas veces he pensado que debí suicidarme,
pero ya que estoy, pienso redimirme.
Aunque mi imbecilidad consiga arrastrarme,
traeré conmigo la consecuencia de no rendirme.
Mi mayor crimen prescribió, no voy a confesar,
pero te aseguro que da muchísimo asco.
Sí, cariño, he caído muy abajo,
y es ahí abajo donde me voy a quedar...