Que cerca estoy de irme, cómo pasa el tiempo.
Me largo a algún lugar donde no sople el viento.
Total, no puedo volar.
Qué cerca estoy de irme, cagüen todo,
donde no podamos jugar codo a codo.
Donde falte el respirar.
Qué cerca estoy de irme tan lejos de ti
que no volverás a escuchar mi latir.
Ese traqueteo sin sentido.
Me marcharé más allá de las estrellas,
allí donde todas me parezcan bellas.
Aunque sólo quiera quedarme contigo...
Poner a tus pies el mundo prometido,
coserme las venas con simples suspiros.
Sólo dime dónde estás.
Callará mi corazón aterciopelado,
entre las navajas que corten tus labios
de mis sueños sin quizás.
Hablará la falta del humo
que compartimos lejos del mundo,
sin silencios que desgasten
este tiempo que nos pertenece.
Que mientras tu faro resplandece,
yo me alejo si me dejas en mirarte.
Podrido el cielo de tu ausencia, tal vez
hallará el sentido que no encuentran mis pies
en tu paso al crujir.
Gozarán las nubes de tu aroma,
mas mi timidez ya no se asoma
por la vida que perdí.
Sin más remedio soy esqueje
de un jardín que se inundó,
que sin tus amaneceres no florece
por mucho que le dé el Sol.
Y hasta que pueda esconderme
bajo tierra de tu amor,
mantendré la pobre suerte
de temblar en el balcón.
Me largo a algún lugar donde no sople el viento.
Total, no puedo volar.
Qué cerca estoy de irme, cagüen todo,
donde no podamos jugar codo a codo.
Donde falte el respirar.
Qué cerca estoy de irme tan lejos de ti
que no volverás a escuchar mi latir.
Ese traqueteo sin sentido.
Me marcharé más allá de las estrellas,
allí donde todas me parezcan bellas.
Aunque sólo quiera quedarme contigo...
Poner a tus pies el mundo prometido,
coserme las venas con simples suspiros.
Sólo dime dónde estás.
Callará mi corazón aterciopelado,
entre las navajas que corten tus labios
de mis sueños sin quizás.
Hablará la falta del humo
que compartimos lejos del mundo,
sin silencios que desgasten
este tiempo que nos pertenece.
Que mientras tu faro resplandece,
yo me alejo si me dejas en mirarte.
Podrido el cielo de tu ausencia, tal vez
hallará el sentido que no encuentran mis pies
en tu paso al crujir.
Gozarán las nubes de tu aroma,
mas mi timidez ya no se asoma
por la vida que perdí.
Sin más remedio soy esqueje
de un jardín que se inundó,
que sin tus amaneceres no florece
por mucho que le dé el Sol.
Y hasta que pueda esconderme
bajo tierra de tu amor,
mantendré la pobre suerte
de temblar en el balcón.
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