Ven, ven, ángel de amor.
Tú que no eres más que un bebé con alas.
Te voy a enseñar que no te quiero para mí por las malas,
tal como por las malas me llenaste de dolor.
Que quieren saber de tu sabor los animales.
Descuartizaré tu cuerpo y se lo echaré a los chacales,
y tus huesos para los perros,
y tu corazón a los lobos, que también tienen derecho.
Tus entrañas las dejaré pudrirse y alimentarán a los buitres.
Y tus alas forradas de alpiste para los jilgueros,
para que vuelvan a volar con ellos.
No dispararás más flechas jugando al despiste.
Pero quiero que sepas que un día te amé,
aunque ahora me consume esta soledad desbocada.
Que es culpa mía la pena de mi alma
y qué tan tristes son mis ojos como para ver.
Duele horrores el perfume de otro tiempo,
mas aún duele más el cuento de hoy.
Que sin tu abrazo, soy guion sin argumento,
aunque por un campo de cerezos en flor voy.
Puede que un día seas verdugo arrepentido,
pero mi sudor negro no confía en tus suspiros.
Para tu diversión fue mi sufrimiento
y tus ojos serán para los cuervos.
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