Es mucho tiempo ya cargando con el peso
de una discapacidad mental que aleja a los que queremos.
A veces sintiéndonos solos, que no hay dónde agarrarse.
Suerte tiene el que sigue apoyado cuando lo fácil es marcharse.
Pero no nos rendimos, nos volvemos a levantar
cuando antes no valían los porros y ahora no vale el Lorazepam.
Aguantando efectos secundarios, especialistas y sus tesis.
Estigmatizados y crucificados resurgimos como el fénix,
sin darnos por vencidos, ni ayer ni hoy ni nunca.
Seguimos vivos y luchamos contra el delirio y la locura.
Las veces que hemos pensado en ponerle fin a todo,
que tuvimos que arrastrarnos para poder salir del lodo.
Eso no lo saben ellos, ni lo quieren saber.
Quedó claro cuando se marcharon sin hacer falta un porqué.
De sobras lo sé, y no pienso castigarme.
Ya he pagado mi cuota con lo que la vida se atrevió a echarme.
Seguiré adelante, cansado y desgarrado.
Tranquila pequeña, que yo no pienso irme de tu lado.
Jamás dolerá la psique como duele el corazón
cuando se deshace entre cuervos voraces que cortan la respiración.
Psiquiátricos y psiquiatras igualmente se desmoronan
al recordarles que los locos también somos personas
que sufren, que temen y que dan amor.
Esa rabia que tú sientes, es la misma que sentí yo.
Aunque vi la vida hermosa hasta cuando me desquicié,
este mundo me parece bello sólo porque hay gente como tú en él.
Sé que es difícil seguir en pie, no te dejes derrotar.
Que no te confunda seguir encerrada, tan sólo es una enfermedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario