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domingo, 7 de julio de 2019

El jardinero y la ortiga



Todo joven jardinero
aprendió a cazar con guantes,
por temor a que la despiadada
ortiga lo lastimase.
Pero pasado algún tiempo
entre arañas y hormigas,
aprende el buen jardinero
cómo amar a las ortigas.
Atreviéndose a usar las manos
desnudas, aunque duela.
Tarde o temprano,
la piel se volverá de piedra.
Con el corazón intacto
y la mente pulcra y serena,
entenderá el jardinero
que la ortiga es verdadera.

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