Velociraptors que lo visitaron

lunes, 4 de marzo de 2019

Deja que arraigue




Deja que arraigue en tu alma el amor, y que la brisa arranque de ti tus miedos con suaves caricias.
Aprende a tropezar, porque de la caída nace el instinto de levantarse de nuevo.
Deja que la lluvia lave la amargura de tus mejillas.
Libera al mundo de ti, pero no de tus brazos. ¡Eso nunca!
Pisa firme la tierra y deja que enloquezca de gozo cuando desnudes tus pies sobre ella.
Congela los infiernos con la gracia y la alegría y afila bien tu sonrisa para matar sufrimientos.
Tú, seas quien seas, has de saber que no podrás hacer nada para que deje de amarte.
Porque la verdad, el tiempo no la borra ni la marchita, sino que la llena de juventud y belleza.
El duro trabajo de las estrellas nos tuvo por resultado, y yo arderé hasta consumirme y brillaré también para devolver mi parte.
Del Todo somos, menos que una partícula de un átomo de un grano de arena del desierto y, aún así, el cosmos entero nos lleva por vestiduras.
Y todo es magia, y el bailarín se vuelve consciente del baile, y ambos son uno.
Y yo viviré sin miedo a la vida, y no guardaré pesado silencio, pues para eso está la muerte.
Pero si el bosque calla, yo callo con él, y le escucho, y sólo somos dos, y yo desaparezco y, antes de darme cuenta, soy parte de él también, y él ya no está completo sin mi.
Todo es tan hermoso que el corazón y el alma danzan en armonía con las hojas secas, y los árboles comienzan su concierto de viento, y los pájaros hacen los coros.
¡Oh, gran Todo! Qué gran dicha siento porque me hayas permitido formar parte de ti.
Tanto júbilo resulta escalofriante y siento vértigo.
Tú portas el fuego que refina mi ser, y me llenas de luz y calor.
No hay ser humano al que pueda penetrar tan profundamente como lo he hecho en ti, y tú en mi.
¡Pero qué grande que tienes la esencia!
Quiero compartirte con cada ser, porque si has de ser mío sólo, no te quiero.
Te entregaré al aire, y al agua, y a la tierra, y te tomaré de nuevo con un suspiro vital hasta que mi eternidad llegue a su fin y dé comienzo otro ciclo.
Y toda vida, la bautizaré como un milagro, y no saldré del reino de tu amor, más que como un rayo de luz.

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