Velociraptors que lo visitaron

domingo, 24 de marzo de 2019

Melodía errada



En la mañana tengo ante mí a la montaña, vestida de sí misma.
Me quiere disfrazado de piel, desea que la recorra.
Por la tarde cojo perspectiva.
Veo el valle empapado a la altura del pantano.
Por la noche, el cielo entero se viste de lentejuelas para mí, a veces a la sombra de la luna, mientras compone una seductora danza espectral.
Y yo traigo mi canto, para las mujeres y los hombres libres, y me siento infinitamente agradecido por todo, por cada pequeño instante, de esos que forman la vida.
Hoy te siento como un milagro
obsceno, pulcro y encarnado.
Hoy no podría sentirme más pleno.
Hoy tu gracia es mía,
porque sin ti, yo no sería.
Que la corona que el cosmos me ha dado,
él mismo me la puede quitar.
Pero no temáis, pies míos, pues sé volar.
Ante la corriente que arrastra, a veces hay que dejarse llevar.
Lavaré mi culpa en un charco, para que esté reluciente cuando nos pintemos de sexo.
Si la vergüenza doblega mi voluntad, será consumida por fuego.
Sin penas que maten el amor, la verdad es libre.
Que no te conozco a ti más que a mi ego hipersensible.
Que estar vivo mola, pero vivir mola más.
Y, si llega la muerte a verme, vivo me encontrará.
No sé dónde acaba el horizonte, o dónde empieza el suelo.
Pero, si de día existo, por la noche no sueño.
Ya veo el océano más basto, hay miles de millones de criaturas nadando en sus aguas.
Todo ha sido dicho ya, todo ha sido vivido y sólo importa lo que nos importa.
Nada está mal y nadie será juzgado, pero cuidaos, hermanos, de los malos actos, aquellos que conocéis los buenos.
No os atreváis a pisar voluntariamente el infierno sin dar las gracias.
Que la jaula del Diablo tiene puerta porque es obra del hombre.
Y un cirio vivo señala el lugar donde Dios se esconde.

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